Arquitectura
del Renacimiento
Arquitectura del Renacimiento o renacentista es
aquella diseñada y construida durante el período artístico del Renacimiento europeo,
que abarcó los siglos
XV y XVI. Se
caracteriza por ser un momento de ruptura en la Historia de la Arquitectura, en
especial con respecto al estilo arquitectónico previo: el Gótico; mientras que,
por el contrario, busca su inspiración en una interpretación propia del Arte clásico, en
particular en su vertiente arquitectónica, que se
consideraba modelo perfecto de las Bellas Artes.
Produjo innovaciones en diferentes esferas: tanto en los medios de
producción (técnicas de construcción y materiales
constructivos) como en el lenguaje arquitectónico, que se
plasmaron en una adecuada y completa teorización.
Otra de las notas que caracteriza este movimiento es la nueva actitud de
los arquitectos, que
pasaron del anonimato del artesano a una nueva
concepción de la profesionalidad, marcando
en cada obra su estilo personal: se consideraban a sí mismos, y acabaron por
conseguir esa consideración social, como artistas
interdisciplinares y humanistas, como correspondía a la concepción integral del
humanismo
renacentista. Conocemos poco de los maestros de obras románicos y de los
atrevidos arquitectos de las grandes catedrales góticas; mientras que no sólo
las grandes obras renacentistas, sino muchos pequeños edificios o incluso meros
proyectos, fueron cuidadosamente documentados desde sus orígenes, y objeto del
estudio de tratadistas contemporáneos.
Características generales de la
Arquitectura del Renacimiento
Fundamentos generales del
Renacimiento
La Escuela de Atenas, una de las
escenas de las Estancias Vaticanas de Rafael Sanzio (1512-1514)
es una obra que muestra la relación del Renacimiento con el Humanismo y el Clasicismo. En un
entorno arquitectónico inspirado en las obras de la Basílica de San Pedro en que el
propio Rafael intervino, aparecen retratados, encarnando a los sabios griegos,
muchos de los arquitectos y artistas contemporáneos.
La Arquitectura del Renacimiento estuvo bastante relacionada con una
visión del mundo durante ese período sostenida en dos pilares esenciales: el clasicismo y el humanismo.
Hay que destacar que los ideales y valores renacentistas no pudieron
surgir totalmente desvinculados del acervo medieval que le
precedió, sin embargo, los conceptos que subyacen a este estilo arquitectónico
se construyeron sobre la consciente y efectiva ruptura de la producción
artística de la Edad Media, en
especial del estilo gótico.
Podemos analizar las siguientes características generales:
- Búsqueda del ideal clásico: A través del clasicismo, los hombres del Renacimiento miraban hacia el mundo greco-romano como modelo para su sociedad contemporánea, buscando aplicar en la realidad material cotidiana aquello que consideraban que pertenecía a un mundo más idílico que real. En este sentido, la Arquitectura, en especial, intentó concretar conceptos clásicos como la belleza, surgiendo así la teorización y ordenación del movimiento, fundamentado en la Arquitectura clásica griega y romana. Según los teóricos renacentistas éste era el camino idóneo para alcanzar el mundo ideal.
- Visión profana sobre temas religiosos: Los valores clásicos, desde el punto de vista del Cristianismo, de enorme influencia en este período (teniendo en cuenta que el Renacimiento surge en Italia, donde la presencia de la Iglesia Católica fue decisiva para el Arte), eran considerados paganos y de carácter pecaminoso. Para superar esta censura de la Iglesia Católica, se integró la visión del mundo cristiano con el proyecto de recuperación de los ideales clásicos, a través de escenas desacralizadas y edificios hechos a la medida del hombre. Esta fue otra de las innovaciones del movimiento.
- Influencia de la naturaleza: La naturaleza era vista como la creación suprema de la obra de Dios y el elemento más próximo a la perfección (otro de los ideales que había que buscar a través de la estética clásica). Así, se pasa de la búsqueda de la inspiración en la naturaleza, a la inspiración en las formas de la propia naturaleza, tal como proponen los clásicos, convirtiéndose esto en un valor autónomo.
- Antropocentrismo y humanismo: Además de la naturaleza como creación perfecta, se vuelve la mirada al ser humano: se deja atrás el teocentrismo medieval para entrar en el antropocentrismo. El hombre se analiza, en vez de como ser creado a imagen y semejanza de Dios, como medida y referencia del Universo. Así, será el objeto central de la manifestación artística, con una importancia aún mayor que durante la Antigüedad clásica. El humanismo, como corriente filosófica, se manifestó como un sentimiento comprometido con la representación del hombre en el Universo, que así reafirmaba su presencia. Propugnaba la filosofía humanista el estudio de la naturaleza como instrumento para llegar al conocimiento, más del Universo en conjunto, que de las cosas singulares.
La importancia de la
perspectiva
Un dato importante en la definición de espacialidad del
Renacimiento es la incorporación de la perspectiva como
instrumento del proyecto arquitectónico y la noción
de diseño como forma
de conocimiento.
La principal ruptura con el espacio medieval se produce en el momento en
que los arquitectos del Renacimiento pasan a diseñar en sus edificios un
desarrollo en el que las reglas del diseño son fácilmente asimilables por los
usuarios del mismo. A partir de un análisis objetivo del espacio, presidido por
un cierto sentido empírico, llegan a conclusiones que impondrán el propio ritmo
del edificio y su entorno.
El dominio del lenguaje clásico, para hacer llegar estos efectos útiles
en los edificios, hace posible el estudio de la perspectiva. Como resultado,
surge una arquitectura insertada en un espacio perspectivo,
integralmente aprehendido por el observador y cuyas relaciones proporcionales
se muestran de forma analítica y objetiva.
Estas nuevas relaciones espaciales son especialmente evidentes
comparadas con el espacio presente en las catedrales góticas. En
ellas, la intención arquitectónica es que el observador, desde el momento en
que entra en el edificio, sea dominado por el espacio e instintivamente alce su
mirada hacia la cima, procurando así un movimiento ascendente en busca de la
figura de Dios. En otras
palabras, toda monumentalidad de este espacio gótico tiene una función, entre
otras, que es poseer la voluntad del individuo y determinar sus deseos, la
función de su estancia y el uso del edificio. En el espacio renacentista, la
intención es justamente la contraria: el edificio no domina al individuo, sino
que éste reflexiona sobre su espacialidad y la maneja. Se traslada el concepto
de una arquitectura a la medida de Dios a la de una a la medida del hombre.
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